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noviembre 07, 2011

Tomás Segovia (1927-2011)

Tómas Segovia (1927-2011)
Un pequeño homenaje a Tómas Segovia, hoy su muerte siempre sus letras. 
He aquí su blog: tomassegovia2.blogspot.com/ y algunos poemas.

RASTREOS POR MIS LINDES
Séptimo rastreo

«En tantos sitios no he tenido casa…»
Yo mismo

Tendría que aceptar que me reprochen

Si es que puede nacer ese reproche
Que siempre haya esperado mucho más que buscado
El amor la alegría la dicha el cumplimiento
Que nunca haya buscado aunque lo haya esperado
Pertenecer a nada
Que haya alterado yo tan poco el orden
A pesar de haber sido tan poco resignado
Pues siempre fue en mi vida incomparable
Lo mucho recibido con lo poco exigido
Nunca fui cazador de la verdad
Sino fiel cuidador de su guarida
Y siempre entre los muchos que poblaron mis días
Quise tener un sitio pero cuidando siempre
De no tener un puesto
Tendré pues que aceptar que me reprochen
Que aun hoy siga queriendo creer sin desdecirme
Que es posible tener lo que no se ha tomado
Que el verdadero don llega sin merecerlo
Que toda gracia es gratis
Que en el instante en que alguien
Logra poseer algo
En ese mismo instante lo ha perdido
Y sólo si en verdad nada poseo
Puede todo ser mío
Y tendré que aceptar también que me reprochen
Hacer mi casa y no tenerla
Llamar mía a la casa que levanto
Dondequiera que llego
Y no a la que he pagado o conquistado
Regalar mi palabra a quien la quiera
Sin pedir más que eso que todo gesto pide
Que toda entrega pide que toda vida pide
Sin pedir más que amor
Aceptar que tal vez es reprochable
No aprender a tener una raíz segura
Una raíz firme y dormida
Que nunca cambia y nunca se desnuda
No asoma nunca afuera
A que el viento la palpe y desordene
Una raíz sin tiempo
Que me permitirá saber cuál es el centro
Y no buscarlo más por las orillas
Que me permitirá escoger mi casa
Saber cuál es el sitio donde guardar mi bien
Y donde quedarán al fin mis huesos
Y sin embargo sin embargo
Siempre supe vivir con el reproche
Si es que puede salirme al paso ese reproche
Y seguir avanzando mientras tanto
Siempre supe estar fuera de los muros
Soñar a campo raso
Regresar a mis viejos campamentos
Fieles a su intemperie
Y acariciar sin añorar festines
Su verdín amistoso
Y supe también siempre que el reproche
Si es que puede escucharse ese reproche
De que nunca haya habido una casa en el mundo
Que me haya sido dada como mía
A nada o nadie puedo dirigirlo
Sino acaso a mí mismo
Y tampoco a mí mismo lo dirijo
Aunque bien sé que ese reproche siempre
Ha de acecharme en algún sitio.
Agosto 2010

No volverá

No volverá
como el calor que el pan exhala,
esta mitad ya de tu vida,
no volverá a entibiarte aquella sangre
que ya corrió.

Inhábil como un niño,
tu jaula mal cerrada sus pájaros dispersa;
al viento van tus días,
despedazados aleteos.

Lo que ha sido tu vida,
sobre la tierra ahora tiene menos peso
que la huella de un beso
posada en una frente.

O como una palabra
(menos aún que un beso);
¿y a quién se la dirás?
¿a quién le confiarás que amaste, odiaste,
tuviste un día el tiempo entre tus brazos?
El nombre del pasado no quiere decir nada
si no es para los labios que lo dicen.

Buscarás en el peso del silencio
lo que el presente duramente trenza,
y para tener algo entre las manos,
no dirás «he vivido»,
no hablarás esas sílabas
que conmueven tan fugitivamente al aire...

Purificado

En la noche por fin,
sombrío oasis de los tórridos
arenales del día, largamente,
me he sumergido,
y he disuelto la sal de la tristeza,
y me he purificado
el corazón mordido de impaciencias.

Con los miembros ligeros
lavados por la sombra,
salgo al paso del tiempo libremente.
Ahora ya no tengo retención,
ni designios, ni errante
gimo desposeído.

Y toda esta hermosura desbordante,
ahora abandonada,

si con asentimiento le sonrío,
como mía me expresa.

Souvenir

A solas en mi cuarto
Busco en la oscuridad
Un eco de tu nombre
Estoy de pie desnudo
Camino y siento esto
Adentrarme desnudo en una sombra
Acogedora y ávida y a eso
Yo lo he llamado siempre con tu nombre.

agosto 03, 2011

Decir que me abandonaste sería muy injusto; pero que me abandonaron, y a veces me abandonaron terriblemente, es cierto.
Kafka
Alejandra Pizarnik

mayo 26, 2011

Leonora Carrington (6 de abril de 1917, Lancashire, Inglaterra - Ciudad de México, 26 de mayo de 2011)


Leonora.
“Ahora lo que me siento, es más vieja
y cada día que me despierto
estoy contenta pero al mismo tiempo
me extraño de estar viva y amanecer otra vez…
Uno puede seguir aprendiendo hasta yo no sé cuándo."

Una ocasión:

Te recuerdo con una gabardina color marrón y una bolsa negra sostenida en tu brazo izquierdo, el guardia de la librería, no podía permitir que entraras con semejante bolsa, yo no podía permitir que cometiera semejante estupidez. ¿Robarías tus libros?  
Quise preguntarte más sobre la dama oval, quise preguntarte, si en verdad había perros blancos que cuidaban tus sueños, si tus muñecas bordadas tenían ojos o los llevabas en el bolso negro, quise preguntarte sobre tus silencios. Tenía la boca llena de letras, me miraste a los ojos, sonreíste intuyendo mi emoción y tocaste mi hombro.  Nunca olvidare la profundidad  de tu mirada, el peso liviano de tu mano y mi emoción infantil. Me quede parada suspendida en el tiempo, enamorada, repasando los detalles que me emocionaban de tus pinturas, reproduciendo párrafos completos que estaban anclados en mi memoria, recurro a tus escritos en busca de respuestas, me asombro de verme emocionada, aterrada como en mis últimos años de adolescente, esos verdaderamente son mis cuentos infantiles.  
Hubo una segunda ocasión que estuve frente a ti, año 2009, varias tardes me entretuve caminando rumbo a tu casa en la colonia Roma, al llegar, me quedaba parada fuera imaginando lo que hacias. ¿Tendrían un color diferente en cada dedo? ¿Cuántas plumas de diferentes tintas, diferentes puntos tendrías? ¿Cuantas muñecas acompañarian tus tardes? ¿Debí tocar?
Este sentimiento reduce mis palabras a cenizas, recurro al silencio y a la reproducción de tus letras, que han sido para mí un refugio antes de mi locura. (Ganas perras de llorar)


El enamorado.
Paseando al anochecer por una callejuela, hurté un melón. El frutero, que estaba escondido detrás de sus frutas, me atrapó por el brazo: “Señorita, me dijo, hace cuarenta años que espero una ocasión como ésta. Cuarenta años que me la paso escondido detrás de esta pila de naranjas con la esperanza de que alguien me arrebate una fruta. Y le digo por qué: necesito hablar, necesito contar mi historia. Si usted no me escucha, la entregaré a la policía.”
“Le escucho”, dije yo.
Me tomó del brazo y me llevó al interior de su tienda entre frutas y legumbres. Pasamos por una puerta, al fondo, y llegamos a un cuarto. Había allí un lecho en el que hacía una mujer inmóvil y probablemente muerta. Me pareció que debía estar allí desde hacía mucho tiempo pues el lecho estaba todo cubierto de hierbas crecidas. “Lo riego todos lo días”, dijo el frutero con aire pensativo.
“En cuarenta años nunca he llegado a saber si estaba muerta o no. Nunca se ha movido, ni hablado, ni comido durante ese lapso; pero lo curioso es que sigue estando caliente. Si usted no me cree, mire”. Y entonces levantó un ángulo de la cobija, lo que me permitió ver muchos huevos y algunos polluelos recién nacidos. “Usted ve, es el modo que utilizo para incubar los huevos (también vendo huevos frescos)”.
Nos sentamos a cada lado del lecho y el frutero comenzó a hablar: “La quiero tanto, créame. La he querido siempre. Era tan dulce. Tenía unos piesecitos ágiles y blancos. ¿Quiere usted verlos?” “No”, dije yo.
“En fin”, continuó diciendo con un profundo suspiro, “era tan hermosa. Yo tenía cabellos rubios, ella hermosos cabellos negros (ahora, los dos tenemos cabellos blancos). Su padre era un hombre extraordinario. Tenía una gran casa en el campo. Se dedicaba a coleccionar costillas de cordero. Por ese motivo llegamos a conocernos. Yo tengo una especialidad: sé desecar la carne con la mirada. El señor Pushfoot (ése era su nombre) oyó hablar de mí. Me invitó a su casa para desecar sus costillas a fin de que no se pudrieran. Agnes era su hija. Fue un amor a primera vista. Partimos juntos en barco por el Sena. Yo remaba. Agnes me hablaba así: “Te quiero tanto que vivo sólo para ti”. Y yo le decía lo mismo. Creo que es mi amor lo que la mantiene cálida; quizás está muerta, pero el calor persiste”. – “El año próximo”, prosiguió con la mirada perdida, “sembraré algunos tomates; no me asombraría que se desarrollaran bien allí dentro.” – “Caía la noche y no se me ocurría dónde pasar nuestra primera noche de bodas; Agnes se había vuelto pálida, muy pálida por la fatiga. Finalmente, apenas salimos de París, vi una cantina que daba sobre la orilla. Aseguré el barco y penetramos por la galería negra y siniestra. Había allí dos lobos y un zorro que se paseaban a nuestro alrededor. No había nadie más”.
“Llamé, llamé a la puerta que encerraba un terrible silencio. “Agnes está muy fatigada, Agnes está muy fatigada”, gritaba yo lo más fuerte que podía. Finalmente una vieja cabeza se asomó por la ventana y dijo: “No sé nada. Aquí el patrón es el zorro. Déjeme dormir: usted me fastidia.” Agnes se puso a llorar. No quedaba otro remedio: tenía que dirigirme al zorro. “¿Tiene usted camas?” le pregunté varias veces. No respondió nada: no sabía hablar. Y de nuevo la cabeza, más vieja que antes, que desciende suavemente desde la ventana, atada a un cordoncito: “Diríjase a los lobos; yo no soy el patrón aquí. Déjeme dormir, por favor”. Acabé por comprender que esa cabeza estaba loca y que no tenía sentido continuar. Agnes seguía llorando. Di varias vueltas alrededor de la casa y al fin pude abrir una ventana por la que entramos. Nos encontramos entonces en una cocina alta; sobre un gran horno enrojecido por el fuego había unas legumbres que se cocían solas y saltaban por sí mismas en el agua hirviendo; ese juego las divertía mucho. Comimos bien y después nos acostamos sobre el piso. Yo tenía a Agnes en mis brazos. No pudimos dormir ni un minuto. Esa terrible cocina contenía toda clase de cosas. Una enorme cantidad de ratas se había asomado al borde exterior de sus agujeros, y cantaban con vocecitas aflautadas y desagradables. Había olores inmundos que se inflaban y desinflaban uno tras otro, y corrientes de aire. Creo que fueron las corrientes de aire las que acabaron con mi pobre Agnes. Ya nunca más se recobró. Desde ese día habló cada vez menos”.
Y el frutero estaba tan cegado por las lágrimas que no tuve dificultad en escaparme con mi melón.
Tomado de “Antología de la poesía surrealista”. Aldo Pellegrini (Editorial Argonauta), Barcelona-Buenos Aires, 1981
Traducción de Aldo Pellegrini del libro de Leonora Carrington “La Dame Ovale” (1939, París)

junio 11, 2009

Influenzados

Mi querida e! Es difícil encontrar la armonía en estas tardes tan tediosas que un sistema estupido nos impone, el aire esta cargado de coraje y gritos ahogados. ¡Mirad con asombro que en tiempos de modernidad nuestro pensamiento y puño en alto vuelven a ser sometidos, que nuestra voz es callada por la ignorancia y la intransigencia! ¿Pretenden ahogarnos con nuestra propia respiración?
Miro con dolor y rabia como nuestra integridad nos ha sido arrebatada. La fuerza de nuestro conocimiento, los deseos de libertad y nuestro escaso amor al otro han sido sellados con una delgada tela, curiosamente: del color de la paz.
No hay calles regadas de sangre, pero hay soledad y silencio. Una inanición se escurre en nuestras paredes agrietadas, oxida los cerrojos de nuestros museos, teatros, cines, librerías, bares y escuelas, inunda nuestros hospitales, humedece nuestros parques, apesta nuestros restaurantes y pudre nuestra libertad. Este es nuestro inmediato. Esta es nuestra realidad cargada en las ojeras de insomnio y expectación.
¿Donde esta la revolución?
¡Donde estén nuestros héroes: que descansen en paz!
Su pueblo ha sido aislado y desinfectado de la lucidez. Se mantiene en la ignorancia y estupidez prevista.
Pero por ahora, vuelvo a guardar silencio.

No me sigas buscando.

Sincero y frágil, Gabriel.
Mayo 2009

marzo 31, 2009

Las mismas porquerias II

Puta.Me encanta como suenan esas cuatro letras. La p bien sostenida en las comisuras de mis labios, para finalizar sutilmente con la a que despega de la lengua con alitas transparentes.
P U T A
Tengo la mala costumbre. Es más como un vicio, sabes que lo estas haciendo nuevamente y sabes que no puedes parar. Me gustan las putas. Y me gusta más cuando mienten. Cuando lo hacen me excita tanto su labial rojito con brillitos de cinismo. La anestesia que deja el veneno de la duda me dura varios días, así que en dinero me conviene más que otra sustancia. Alcohol y celos perfecta combinación; para los riñones no hay diferencia. No recuerdo bien la primera vez que lo experimente; el gusto aclaro; supongo que hasta creí que me enamoraba. Lo cierto que le siguieron muchas…De tantas veces, el gusto viene solito, sin avisar. Ahora no se como alejarme del vicio. He hecho varios intentos, desde no traer reloj para evitar el ansia de la espera en el café o el parque, hasta cambiarme compulsivamente de casa, por eso de los recuerdos y las malas vibras en las casas.
La gente no cambia. Y para que uno se quite los vicios, pues tendría que volver a nacer… Por supuesto que no. Algo se tendrá que hacer para mantener la cabeza a flote. Confesión.

marzo 23, 2009

Las mismas porquerías.

Si, soy egoísta. Medianamente mediocre (¿se es o no?) y extremadamente caprichosa.
Algunas veces encantadora y viciosa.
No me puedo resistir a la sonrisa femenina y a comer dulces en la compañía de algún niño. Me apasiono con los libros, sin embargo he utilizado estos conocimientos para acrecentar mi ego.
Otra vez: soy una mujer egoísta y caprichosa, que esta rompiendo sus esquemas, que no me duele madurar (mirar el enfasis) todo eso se desvanece cuando escucho la música de Portishead o miro las películas de David Lynch o leo a…
También he decirlo; después de algunas terapias, que soy; no solo celosa, muy celosa.
Y como estoy en navegando en los extremos... me conflictuo con los aprendizajes de la vida. Confesión.

julio 15, 2008

Puertas

ola de mar sal céfiro roca vocales y consonantes tatuadas en la memoria, nombres femeninos todos son; arena, avanzo; riscos, ¡no! no avanzo, solo camino; y de mis huellas ni rastro; ahora: las ideas enmohecidas, reiteraciones desquiciantes; aquí: el caos, el ego que escurre de la sien,
la culata que apunta sin temor; tú…
en la espalda: el peso de tu arena, en la garganta: el grito coagulado, ahogarme: siguiendo tus pasos, los puños crispados, el mar embravecido y tú
ahora: tirar las piedras, escurrir los bolsillos; aquí: el mar, enjuagarse, el mar, avistar, murmurar el silencio del mar, el mar, sólo el mar, Ab aetemo, por supuesto que no soy feliz bisagras ocres, desasir los párpados, manijas oxidadas de tristeza, cerrojos que no se resisten, conexiones apolilladas, llaves extraviadas en la demencia la madera rechina, la madera cruje, madera hinchada, atrancada, desprendida del espacio, la expulsa te expulsa me expulsa chirría al unísono de tus historias; intentar abrir abro todas todas las puertas…
mis sueños nebulosos resbalan por el óleo, ojos importunos a través de mirillas oxidadas; la mujer furia mira las manecillas, prende un pitillo e incinera los segundos; a su lado yo: borboteo tanto amor; desbordo el cenicero y sin embargo, la tristeza se filtra salada y filosa a la garganta; en ella, se encharca la poesía de esa noche, parecen todas las noches, todas las noches abiertas sube incontenible como la marea en el atardecer, lépera inunda las pupilas, nos empapa de banalidad y tristeza, la exhalo y otro poco la canto tanta agua y no fluyo, el cigarrillo petrificado reposa en mis labios arena por supuesto que no soy feliz afuera la lluvia no cesa, dentro la gotera tampoco; agua, agua de todas las ciudades, agua de todos los ríos, agua de todos los llantos; parecen todos los llantos todos los llantos desbordados; desembocan en el mar; agua en mí: purificando, agua en ti: fluyendo, agua, agua…
olas de mar sal céfiros rocas puntos de colores en las puntas de las olas, gaviotas, sonidos repetidos y espuma, arena, avanzo, picos, escarchas y nombres; ligera, avanzo, y de mis huellas y los nombres ni rastro, jalados hacia el mar, expulsados de la memoria tú...

marzo 07, 2007

¡Britney se quiere suicidar!

Es un rumor…lamentablemente. Comienzo a sentirme deprimida, paulatinamente. Avanza la tarde y con ella lagrimas en mis mejillas, humedecen el pavimento gris de esta ciudad aplastada por la indiferencia. Personas vuelan, se avientan por las ventanas, suicidios, círculo del suicidio, ventanas, un zapato vuela, más suicidios, vuelan hombres, mujeres y niños, el aire los acaricia, algunos caen sobre el pavimento, no a todos los salva spiderman, otros hacen una charca de sangre, otros siguen volando, nadie se retracta. Esto sucede, un suicidio a nuestra literatura con la muerte de los pensadores que nos ha tocado ver, leer, pensar. Nos quedamos paulatinamente sin escritores, filósofo nihilista, cínico periodista, pensadores, voladores… voladores. Se suicido la tarde. La noche se estrello en mi cara, camino lentamente a casa, cabizbaja, ojos hinchados, aliento seco. Ganas perras de llorar.
¿Cat Power volara a México? ¡Maybe not!
Hoy hace 6 semanas muere: Ryszard Kapuscinski, 75 años 30 de periodista, hoy hace 52 horas muere: Jean Baudrillard 77 años 50 libros, hoy hace unos minutos yo sigo volando.