marzo 23, 2008

Parricidio

Mente: -¿Por qué me duele la cabeza...? Cuerpo: Esta mente no descansa. Y ya me estoy hartando. M: -¡He comido bien! ¡No me he drogado! C: No deja de hurgarse por lugares irritantes, que hieden a recuerdo. M: -Después de todo cambiare el alcohol por la yoga... C: Escapando de la mesura, masturbándose con soliloquios delirantes. M: -Debería buscarme una novia y la invitaría a comer helado y... C: Recreando imágenes inexistentes divierte su estancia, cada vez más decadente. M: -…O podría intentar regresar con Dará. C: Se olvida del cuerpo que la posee, egoísta olvida la interacción que por deber necesita hacer. M: -…O quizás recordar: “olvidar que Dará ya me olvido...” C: Piensa, piensa incoherencias, ya no crea, piensa nimiedades, hundiéndose en sus lodosas turbaciones hilarantes. M: -¿Por qué vuelvo a pensar esa estupidez? C: Olvida, ya no reflexiona. M: -Al diablo el yoga y el alcohol, prefiero el hachís. Mmm…quisiera dormir. Mejor morir. ¡Si! C: estoy en decadencia y no se percata. ¡Basta! E! que no es e!: Eviam aspira su última esperanza por la nariz…temblores…corre al sanitario.
El cuerpo se agita en desaforados espasmos y finalmente...la catarsis. Eviam escupe su última esperanza por la boca salpicando el lavabo de libertad.

marzo 07, 2008

Arashi

Loading... La cabeza rodó por el suelo pulcramente pulido, el sake se mezcló con la sangre y este con sus lágrimas. El olor penetraría en su memoria y se quedaría ahí para siempre. La misión estaba cumplida. Ahora Kiooko, sería la espía secreta más peligrosa y bella de Japón. Play - Conserve su ticket en caso de devolución; la librería agradece su compra. Gracias. - Tomó la pequeña bolsa amarilla y salio por la puerta principal. Veinte minutos más tarde, saboreaba un vodka-tonic mientras en el televisor del bar se anunciaba la muerte de un famoso y pervertido cardenal en los baños de reconocida librería al sur de la ciudad de México. -¡Que seguridad del asco! Mira que matar a ese imbecil masturbandose.- Dijo uno de los tipos que rellenaban la sala del bar, otro de ellos rió estrepitosamente, su mano hizo una seña de amor y paz o saludaba a alguien o tal vez solo quería dos bebidas más. No nos vamos a detener en su estupido comentario...aunque tal vez tuviera razón. En tiempos donde la incertidumbre reinaba y donde nadie notaba nada y si lo notaban daba igual, nadie hacia nada por el otro. Nadie había notado la sonrisa diluida de Amme mientras el monitor transmitía la noticia. Nadie había notado que en la librería los cables de electricidad estaban derretidos con cera de campeche y el sistema de monitores mantenía una partida de pac-man, justo cuando la energía se redujo a un veinte por ciento de su capacidad, generando que dos minutos y treinta segundos después, la planta de energía emergente se activara. Tiempo necesario para que, un par de chicos salieran por la puerta principal con un par de revistas, en la cafetería del segundo piso, otro par se pusiera dos bolas extras de helado sin pagarlas y una mujer vestida de negro hasta el alma, entrara al sanitario de hombres con una magnum automática, silenciador integrado y matara al hombre de un solo disparo en medio de sus ojos aceitunas. Dos minutos y treinta segundos, tiempo suficiente. Pausa Fastidiada dejo un billete sobre la barra y salio del bar. Enfilo sus pasos rumbo al barrio chino, pensó en otro trago, en otro bar, en otra ciudad, en otra gente. Daba igual. Todo era la misma porquería, todo estaba impregnado de miseria humana, todos era utilería para sus sentidos. Dio vuelta en la Mascota, una niña obstruía la entrada y en sus manitas yacían dos galletas de la suerte, que ofreció a Amme. ¡Para la suerte señorita! Algo se revolvió en su interior, tomo las galletas e indiferente a su emoción entro al restaurante chino. Una nueva cita la esperaba, lo que menos necesitaba era anunciarse.
Play otra vez
La moto llegaba directamente a la playa. Amme odiaba los lugares turísticos. El sol lastimo sus pupilas obligándola a parpadear, en ese parpadeo recordó el piso húmedo a orín de la cantina donde había permanecido escondida por más de ocho horas, la sonrisa preocupada de la niña y el texto ensangrentado: “Disimula y piensa, disimula” se volvieron por novecientos sesenta minutos todo su mundo… Amme tragaba con indiferencia el salmón, sus sentidos se agudizaban convirtiendo el movimiento de su boca en algo mecánico, el resto del bocado lo paso con vino y recorrió la playa fuera del Mayan Palace; era un lugar respetable para estirar las piernas y enjuagarse la sangre seca de la memoria. Las misiones que llevaba a cabo, cada vez le causaban más hastío, pero este trabajo era más divertido que cualquier otro, disfrutaba matando. Se mataba un poco cuando lo hacia. Sentía. Alguna vez pensó en ser escritora, pero en ese y en este tiempo también, había muchos escritores y pocos libros que leer. El frió del metal entre sus dedos la excitaba. Había estado inactiva envuelta en sus miserias, esta misión seria la ultima. En la sala privada del hotel se llevaba a cabo una importante convención; se firmaban alianzas de paz que decidirían el futuro de sus países; después, se haría un pequeño refrigerio en cierta parte de la playa. Un par de horas después estaría instalada nuevamente en Japón escribiendo kanjis sin sentido. ¿Que la podría detener? No existía en este país alguien tan perfectamente pulcro en el arte de matar que ella: Amme. La seguridad esta vez tendría sus aciertos. Track averiado -El tiempo no cura las heridas, pero espero que aún no sea demasiado tarde para pedirte una disculpa.- La voz infecto los oídos de Amme y los recuerdos nublaron su memoria, por un momento la brisa quebró su cuerpo y las partículas la trasladaron a la sala de su casa en Okinawa, Japón. Una nota salpicada de sangre y el cuerpo degollado de su pequeña hermana era la imagen que definiría su vida a partir de entonces: ”La sangre de los débiles sacia la sed de los fuertes, mi corazón ha muerto en este lugar...Kiooko.” – ¡Cuando tenga tu corazón en mi mano, lo pensare, pues la sola idea me excita!- Una leve sonrisa dibujo el rostro de Kiooko ante la respuesta. – Si fuera tan vano, yo misma me lo sacaría y te lo daría en ese momento no compendia lo que significaba el dolor de la perdida de un ser amado. Cierto mate a tu hermana. Pero era la prueba de dolor, la prueba final del entrenamiento. Y tu, no la pudiste cumplir. - Amme sintió La sangre inyectando sus ojos y el gélido vaho de la muerte recorrió su nuca, tiro el arma enfrente de kiooko y se sumergió en sus ojos, comprendió que por este momento su vida tenia sentido, había vivido esperando morir en los brazos de la única persona que odiaba tanto como amaba y supo que el lazo de su amistad era tan intenso que la muerte únicamente lograría sellarlo por la eternidad. Kiooko le devolvió el favor desenfundado su Kodachi y colocadola sutilmente a sus pies. Un silencio sepulcral inundo la playa, esa noche la luna se tiño de rojo y entristeció por la muerte de su hijas.