junio 11, 2009

Influenzados

Mi querida e! Es difícil encontrar la armonía en estas tardes tan tediosas que un sistema estupido nos impone, el aire esta cargado de coraje y gritos ahogados. ¡Mirad con asombro que en tiempos de modernidad nuestro pensamiento y puño en alto vuelven a ser sometidos, que nuestra voz es callada por la ignorancia y la intransigencia! ¿Pretenden ahogarnos con nuestra propia respiración?
Miro con dolor y rabia como nuestra integridad nos ha sido arrebatada. La fuerza de nuestro conocimiento, los deseos de libertad y nuestro escaso amor al otro han sido sellados con una delgada tela, curiosamente: del color de la paz.
No hay calles regadas de sangre, pero hay soledad y silencio. Una inanición se escurre en nuestras paredes agrietadas, oxida los cerrojos de nuestros museos, teatros, cines, librerías, bares y escuelas, inunda nuestros hospitales, humedece nuestros parques, apesta nuestros restaurantes y pudre nuestra libertad. Este es nuestro inmediato. Esta es nuestra realidad cargada en las ojeras de insomnio y expectación.
¿Donde esta la revolución?
¡Donde estén nuestros héroes: que descansen en paz!
Su pueblo ha sido aislado y desinfectado de la lucidez. Se mantiene en la ignorancia y estupidez prevista.
Pero por ahora, vuelvo a guardar silencio.

No me sigas buscando.

Sincero y frágil, Gabriel.
Mayo 2009