Miró fijamente el plato de fideos que acababan de servirle en la mesa, tomó el tenedor con determinación y en un movimiento rápido hundió su rostro en el plato.
Los comensales que le acompañaban, se levantaron uno a uno de sus asientos. Nadie preguntó nada. Pisando los fideos destripados en el piso, se retiraron.
Nadie pidió postre.